Velocidades superficiales de las aguas fueron medidas en la Bahía chile en la Isla Greenwich, como parte de la Segunda Expedición Ecuatoriana a la Antártida, durante el verano del hemisferio sur, en 1990. Masas de hielo a la deriva desprendidas desde la costa fueron usadas como trazadores lagrangianos. Son comparadas corrientes superficiales y observaciones de vientos. La circulación superficial es determinada por los vientos cuando la velocidad de estos últimos exceden los 6 m/s. Los valores máximos y la dirección de la deriva superficial dependen exclusivamente del campo de viento prevaleciente. La velocidad de la corriente puede alcanzar valores de hasta 40 cm/s. |