Pasó ya la época de la diplomacia del dandismo y el cóctel. La flor en el ojal, el esmoquin y el bombín, amén de condecoraciones vistosas, son ya cuestión del pasado. La sátira de Mario Moreno «Cantinflas» en la obra cinematográfica Su Excelencia fue más que buena y real para tiempos pedantes y rimbombantes que justificaban la fina ironía. Tampoco se vive ya el papel de altos y sofisticados espías en el papel e identidad de los diplomáticos, propios del tiempo de la Guerra Fría. Los diplomáticos de hoy son altamente preparados, políglotas, dueños de una gran cultura universal, trabajadores hormiga, expertos en un amplio diapasón de especialidades y clave en las cumbres mundiales, continentales, oficio de sharpas que permite acuerdos y consensos previos,... |