En la segunda vuelta electoral, el pueblo ecuatoriano debió escoger entre dos candidaturas, provenientes de la misma vertiente ideológica y de similares intereses, para la conducción del gobierno nacional; y se inclinó por aquella que aparecía, por lo menos en el manejo de las relaciones e imágenes políticas, más democrática, menos intolerante, con mayor capacidad de representación de los intereses globales de la sociedad y más respetuosa de la institucionalidad constitucional. El pueblo votó por el candidato que más se correspondía con la organización moderna del poder y con sus mecanismos de legitimación. Mecanismos que, en esta última mitad de siglo, van dejando atrás a las formas excluyentes y autoritarias que caracterizaron al tradicional manejo... |